Quiero agradecer antes de nada al autor, Israel Quevedo Puchal. Gracias a su novela, Mal de Cuervos, mi estancia encerrado en mi humilde vivienda de algo menos de 90 metros cuadrados se ha hecho más llevadera. Me ha sumergido en un inframundo por descubrir en el que se entremezclan muchos de los géneros de la ficción. Ha sido apasionante viajar por sus páginas, ya que la narrativa va in crescendo hasta llegar a una parte final en la que deseas que nunca acaben sus páginas.
El autor nos sitúa en un pueblo de nombre ficticio, llamado Ovara. No hace falta ser doloso, lesivo, ni ofensivo, pero todos conocemos Ovara. Me gustaría conocer cuánto de autobiográfico tiene en parte el libro. Me encanta leer a los autores locales, porque aparte de dejarles claro en mis reseñas que no tienen nada que envidiar a nadie, me gusta hacerles partícipe del orgullo, el que sentimos sus paisanos por su admirable defensa que con sus obras hacen de nuestra muy honrosa cultura. Más a veces pienso que cuando ellos describen esa casa encantada o en la fábula que la maldijo, fantaseo con la idea, que esa sea la misma, en la que también, como hace su personaje, yo jugaba con mis amigos haciéndome el valiente, tirando piedras en su interior y escuchando el espíritu de sus caballos relinchar.

Sin conocer de nada a Israel, su autor, me hace saber que es una persona de buen sentimiento. Pues en la parte romántica de la novela, me recuerda tanto a Ghost. A ese amor nada facilón, al eterno, el que no se olvida, por el que se sigue luchando, aunque la otra parte no lo haga con la misma intensidad, aunque ya no esté.
Por otra parte, el libro es una radiografía perfecta de la cultura en la que tantos hemos crecido, el patriarcado, por desgracia aún tan predominante en muchos ámbitos de nuestra sociedad. Y es que Ovara es ese pueblo por el que todos en alguna ocasión hemos pasado, en el que sus vecinas bajan las persianas al paso de algún forastero. Y en el que desgraciadamente, la opinión de éstas, no tiene el mismo peso que el de sus desgraciados maridos.
No sólo me reconforta saber que algunos paisajes del texto, pueda haberlos visitado, sino que también su trama beba en las mismas fuentes en las que yo tanto he bebido.
Cuando la historia se pone intensa, me sumerge en esos thrillers apasionantes de venganza. Títulos como Pisando Fuerte, la de los 70. La buena, no me refiero al remake infumable, protagonizado por The Rock, o cómo cojones se llame el actor ese sacado de la lucha libre americana. Ya puestos a hablar de americanadas, me recuerda y, muchísimo (esto es una pedrada mía, lo siento) a El Protector (Homefront), protagonizada por Jason Statham y disponible en Netflix. La he visto seis veces, no aburre nunca.
Perdonad mi delirio. Retomando el hilo de la trama y sus semejanzas con las pelis de los 70´s, para que podáis entender mis comparaciones, os diría que ya vi a Dustin Hoffman en Perros de Paja, paseando por Ondara, como hace el personaje de Yago en Mal de Cuervos. Y lo vi antes de que su autor me hiciera saber en sus últimas páginas del libro que se inspira, además de entre otros, en él. Por cierto, no perdáis dos horas de vuestra corta vida en ver el remake. Joder, casi que prefiero ver la filmografía entera de La Roca.
Mal de Cuervos, también tiene su parte de género fantástico. En la que vi al Johnny Deep de La Novena Puerta, pasándolas putas. La novela de Arturo Pérez Reverte y adaptada al cine magníficamente por Polanski (la tengo en mi colección).
Es una lectura ideal para los que no nos gusta el terror y, menos el de ahora, es perfecta para los que amamos el horror, eso sí que da miedo, joder. No hay nada más peligroso que un paleto sin escrúpulos.
Para terminar y antes de enfatizar sobre la magnífica edición que Dilatando Mentes han hecho con Mal de Cuervos, os recomiendo que paréis en las librerías locales a comprarla.
Si te has criado leyendo a Stephen King, mientras con tu abuela veías cine de tacitas o miniseries como El Pájaro Espino. Si en la tele pasaban una y otra vez La Masacre de Puerto Hurraco, no cabe duda. Tu siguiente novela se llama Mal de Cuervos.
La edición del libro es espectacular. El libro contiene unos códigos QR que derivan a unas playlist con canciones ideales para su lectura, cuando los vi dije; WTF? (What the Fuck). Las ilustraciones de Juan Alberto Hernández le dan sentido a toda la historia y nos hace recordar El Cuervo de Edgar Allan Poe. Quiero significar este último punto, porque para mí, Israel Quevedo Puchal, en su novela, Mal de Cuervos, transforma el poema en prosa narrativa. ¿O es que acaso hay muchas diferencias entre Julia y Lenore? Ninguna. Yago, sería el amante de Lenore, pues su alma no se levantará nunca más. No es ningún spoiler, es un eufemismo.