Este fin de semana lo he dedicado a leer ‘Ojos verdes, negra sombra’. Novela escrita por Javier Quevedo Puchal de la editorial ‘Dilatando Mentes’.
He quedado atrapado por su bella y cuidada factura; su atrayente relato y su descriptiva narrativa.
Sinopsis:
Aurelia, una coplista en la Sevilla de 1935, debe huir después de que ésta, pudiera ser la principal sospechosa en un posible crimen. No marchará sola, para tal efecto, recibirá la estimable ayuda de Liberto, su tullido hermano. Juntos intentarán cruzar toda España, y llegar hasta Galicia. Allí se encontrarán con Rosalía, una antigua “amiga”, que esperan les pueda prestar ayuda.
Reseña (Opinión Personal):
Espero transmitir con esta reseña literaria la emoción que he sentido al “devorarla” en apenas dos días.
‘Ojos verdes, negra sombra’ es una novela histórica con elementos fantásticos utilizados con apropiada mesura, como en la muy recomendable película ‘The Witch’ (La Bruja). Un crimen inicial que, como en los buenos thrillers y novelas negras, marcará su historia.
Una ambientación que es la fotografía de una época, quizás, la más penosa de nuestra gloriosa existencia. Es significativa la visión con la que el autor relata esa España previa a la Guerra Civil y el posterior franquismo. El odio entre familias, la España Rural, me recordó en su forma, a la descarnada película de Haneke, ‘La cinta blanca’.
Un homenaje continuo a las mujeres de entonces, luchando por sobrevivir en una sociedad misógina y patriarcal. Una crítica social a la lucha de clases tan predominantes, a los matrimonios arreglados, y en la cual su gran referente es la novela ‘Los Santos Inocentes’ de Delibes.
Una fotografía, en tonos grises, a los pazos de Galicia en los que Franco acabaría pasando sus vacaciones de verano, todo ello, mezclado con esa identitaria cultura de meigas y cultos paganos.
Un amor prohibido, aunque no el único, en tiempos de guerra. La historia de dos amigas unidas por una maldición que las condena a las dos. ¡Qué tremenda metáfora!
La cuidada creación de sus personajes sirve para, en los nombres de éstos, homenajear a los inspiradores autores de la obra: Rosalía, Conchita, Quiroga, Clara, etc… son un claro ejemplo de ello. Los que nos declaramos feministas confesos, no necesitamos los anexos posteriores para que se nos explique quiénes son Clara Campoamor o Rosalía de Castro, pero no seré yo quien critique las siempre cuidadas ediciones de ‘Dilatando Mentes’: mandalas que adornan y anuncian el inicio de un nuevo capítulo, enumerados en números romanos, al inicio de éstos una cita musical.
Ha sido mi primera novela musical. Nunca hubiera pensado que su género hubiera sido la copla, nada desconocida para mí por otra parte. Enumerar cada ejemplar, junto a las fotografías de Fernando Villanueva y las ilustraciones, que más que ilustraciones son cuadros de la época, les dan al libro una cuidada factura, casi artesanal, dotándola de identidad propia.

Antes de finalizar, me gustaría agradecer al autor, Javier Quevedo Puchal por ayudarme a reconciliarme con mis abuelos paternos y mi abuela materna., por su retrato de una época cruel, descarnada, como fue el final de la Segunda República e inicio inminente de la Guerra Civil.
Un merecido homenaje a nuestras abuelas, especialmente.
Me he visto muy identificado con esas historias que nos contaban nuestras abuelas. Mi abuela materna, Filo (Filomena) nacida en el 34. Madre «soltera», ella mandó a tomar vientos a su marido, como así debería haber hecho Catalina. Y la lucha de Calixto, mi padrino, hermano de mi abuela, que le ayudó siempre a salir adelante, como hizo Liberto con Aurelia. He perdido a mi tío estos días, espero estas palabras sirvan de homenaje. Mi abuela se pasó la vida trabajando para los señoritos e intentando llevar una vida digna, y tanto que lo consiguió.
También me he reencontrado de igual manera con mi abuela paterna, María. Nacida en los cortijos de Granada en el año 1923. Mi abuela contaba que cuando veía llegar a su padre, le preguntaba: “¿Ya vienes para quedarte?”
Desde un primer momento me he visto atrapado por su conjuro (el de la novela) y se me ha hecho partícipe de su triste historia, al igual que hacían mis abuelas con las suyas.
Mi abuelo, nació en el 20, fue a la guerra, estuvo un año. Corriendo por las montañas huyendo del conflicto y comiendo lo que podían. Cociendo cáscaras de patatas y comiéndose las pieles de las naranjas.
Él contaba que nunca pegó un tiro en la guerra y que nunca entró en conflicto.
Fue cantaor de flamenco, se lo quisieron llevar a Madrid, pero sus padres no se lo permitieron. Había mucha faena en el cortijo y era mucha la hambruna predominante.
Mis abuelos no tuvieron que emigrar, pero la novela también rinde homenaje a los “gallegos”, así nos conocen en la Argentina que nos vio llegar.

GRACIAS UNA VEZ MÁS AL AUTOR POR SU LUCHA FEMINISTA Y SU ACTIVISMO A FAVOR DEL COLECTIVO LGTBI

3 comments
Estoy leyéndolo y me tiene totalmente enganchada.
Gracias.
Gracias a ti.