En el número especial de Revista Planetas Prohibidos dedicado a Lovecraft, escribí un artículo sobre los Mitos de Cthulhu; posteriormente, dicho artículo fue revisado, corregido y actualizado para ser el prólogo de la antología, que coordiné para Kokapeli Ediciones: HEREDEROS DE CTHULHU.
Como estos días estamos de aniversario del nacimiento de Lovecraft, e inmersos en la visualización (y crítica) de «Territorio Lovecraft», he querido recuperarlo, tal cual apareció en la antología
Cuando surgieron «Los mitos de Cthulhu», de los que en realidad Howard Phillips Lovecraft es solo creador de una pequeña parte, este no tenía en mente más que utilizar el terror primigenio, el que enfrenta al alma humana a los terrores de cosmos desconocidos, como argumento para sus relatos y novelas. Posteriormente, cuando comenzó su relación epistolar con otros autores (el «Círculo de Lovecraft»), las colaboraciones, ayudas, consejos, etc, hicieron que surgieran una serie de historias de similitud estilística y que compartían un «cuerpo» argumental basado en los relatos de Lovecraft sobre una raza de Primordiales. Diferentes autores fueron añadiendo sus propios Primordiales, adeptos, libros prohibidos y mitologías. Si la primera intención de Lovecraft fue crear unos relatos de terror alejados de los parámetros de la novela gótica −en la que predominaban los fantasmas y los solitarios castillos encantados−, con el añadido de nuevos relatos por parte de sus allegados (literariamente hablando) se empezó a ver a los Primordiales (Primigenios) como «dioses» de los elementos, o como seres elementales de la naturaleza. En si mismo, esto podría contradecir la idea originaria de Lovecraft de una raza venida desde más allá de las profundidades del cosmos en tiempos en los que la Tierra era joven, unos seres más allá del bien y del mal como se conocería después, pero intrínsecamente malignos desde el punto de vista de una humanidad que surgiría eones más tarde.

Augusth Derleth, uno de los componentes del «círculo de Lovecraft », y continuador de sus historias, ya sea basándose en sus relatos, en fragmentos inconclusos, o creando nuevas historias, fue el «creador» de los Dioses Arquetípicos, que fueron los que consiguieron acabar con la rebelión de los Primigenios/Primordiales contra ellos. Con ello, como hemos comentado, la esencia de los Mitos que comenzó Lovecraft como intento de ir más allá del típico relato de terror gótico, se «pervierte» y se convierte en una mera transposición de la lucha del bien y del mal presente en la mayoría de las religiones, especialmente en las de tradición judeo-cristiana. También parece ser que el término «Mitos de Cthulhu» fue debido a Derleth, ya que el propio Lovecraft se refería a ellos como «Yog-Sothothery», puesto que realmente Yog-Sothoth es uno de los Primordiales más poderosos, si no el que más, siendo Cthulhu considerado en diversos momentos como de categoría algo inferior. Los seguidores de Lovecraft intentaron sistematizar los Mitos y las diversas interpretaciones a veces han causado más confusión que ayuda. A las ya vistas de August Derleth y otros, que intentaron equipararlos a las fuerzas de la naturaleza y/o a la mitología judeocristiana, se añadieron otras intentando «jerarquizarlos» y «distinguirlos».
A veces, Primordiales y Primigenios son equiparables, siendo uno la representación «física» del otro; sin embargo, otras veces los Primordiales son llamados también Antiguos, siendo los primeros pobladores de la Tierra, y los que crearon (por error, por una «broma»…) el resto de la vida (Shoggoths/La gran Raza), que se rebeló contra ellos. Otra(s) clasificacion(es) los hacen descender de los Dioses Exteriores, una facción de los cuales se rebeló, dividiéndose los Dioses entre los Arquetípicos (los que según estas clasificaciones podríamos asimilar al bien) y los Primigenios (¿el mal?); pero por otro lado, la clasificación de Primigenios vuelve a dar problemas, y hay autores que las subdividen, y, haciéndolas parte en origen de los Dioses Arquetípicos, luego añaden otra división de Dioses Exteriores, siendo estos de mucho mayor poder que los Primigenios. Esta última clasificación podemos prácticamente asegurar que no estuvo en la cabeza de Lovecraft, dado que aunque en sus obras sí que pudiese haber «Primigenios/Primordiales» que parecieran tener mayor poder, su uso en los relatos podría ser más o menos equivalente, utilizando unos u otros dependiendo de las circunstancias que pidiera el relato. Por eso, aún reconociendo esa diferencia de poderes, podremos encontrar a Cthulhu, Yogh Soggoth, Nyarlathothep, Hastur, etc.

Porque Lovecraft los usó como alternativa al cuento «típico de terror», no como una «alianza» de seres trabajando en contra de la humanidad, sino como seres más allá del tiempo y del espacio, incognoscibles para el ser humano, que reinaron en la Tierra hace eones, y cuyo objetivo es volver a dominarla, sometiendo a todas las razas. Podríamos decir que el legado de Lovecraft se pervierte (como podríamos pensar que pasa con todas las obras cuando salen de las manos de su creador), y las creaciones del escritor de Providence van tomando diversos derroteros, según quien (y cómo) sean utilizadas; de todas maneras, existe de todo, y hay obras que no desmerecen a las surgidas de la pluma de Lovecraft (incluso, llegando a superarlas), y otras que simplemente parece que en su momento se apuntaron a la «moda», sin mayores valores literarios, pero consumidas por un público ávido de las obras de ese género. También hay que considerar la labor de corrector de Lovecraft; muchas obras de otros autores que pasaron por sus manos sufrieron profundos cambios, siendo adaptadas por él a su particular mitología. Además, como hemos comentado antes, también obras suyas (a veces inconclusas, o incluso colaboraciones) fueron retocadas por esos colaboradores.

Con todo ello, muchas veces el todo puede confundirse, y la mitología, el cuerpo de relatos que da lugar a Los Mitos de Cthulhu se diluye; aunque, conociendo la obra «primigenia» de Lovecraft, podemos apreciar qué hay suyo y qué es añadido por otros autores en la obra de Howard Philips Lovecraft.