Un homenaje intencionado, y confesado desde la primera página, a Los Santos Inocentes.
La novela está dedicada a los héroes pacifistas, que como su protagonista principal (Abel), “se echaron al monte” huyendo de la guerra civil española, dándosele a éstos un calificativo injusto de “bandoleros”, pues no es más cierto que, deberían haberse nombrado como tal, a quienes llevaban consigo las armas y, sobretodo, el odio, hubiera sido más merecido.
El hábitat en el cual se desarrolla la historia es un personaje más para el autor, a la altura y, sin dudar, con la misma relevancia que los demás.
Una obra comprometida, políticamente hablando, con quienes fueron perseguidos por su pensamiento, obra y no omisión, en contra de los poderosos de ahora y siempre.

En los estertores de la Guerra Civil, el bando nacional no supo nunca asumir la victoria, en un tiempo marcado por vestigios revanchistas y vengativos. Las montañas eran un buen escondite, para quienes, como Abel, eran huidos del régimen.
Bajo esta premisa, encontramos una novela de agradecido corte identitario y naturalista, paseando con el autor por su apasionante prosa descriptiva de los montes de Toledo, en su Sierra, descubrimos su fauna, y flora, donde lo salvaje y la belleza van de la mano.
Por otra parte, la violencia rural se abre camino a pasos agigantados y, con ello, los pueblos faltos de oportunidades, expropiados y sometidos, dan comienzo a lo que hoy conocemos como «la España vaciada».
Comarcas donde reinaba el analfabetismo generalizado. Aprovechándose de dicho contexto, la oligarquía se instaló en el poder, naciendo con ella la esclavitud en nuestro país; dándole gracias a Dios y al amo, por encima de todas las cosas. Desgraciadamente, no parecen muy lejanos estos días, pues la plutocracia actual no parece muy diferente.

El autor, docente de profesión, pone en valor la enseñanza como modelo de progreso, encontrando en la memoria histórica unas vivencias que no deben ser olvidadas.
Fue una barbarie, y lo será siempre, no hay blanqueamiento posible para el fascismo. Con la ayuda de Italia y Alemania, más la simpatía de los Estados Unidos y la Divina Gracia de la Iglesia Católica, el poder se eternizó.
El relato es éste, no hay otro, nuestros pueblos fueron vaciados, nuestras ciudades industrializadas, en cuyo capítulo, encontramos la metáfora evidente entre la emigración de nuestras aves y el éxodo de nuestros campesinos (éxodo rural).

Existe un paralelismo tan evidente entre Quercus y Los Santos Inocentes que, conforme la novela llega a su fin, a nuestro protagonista, Abel, se le va poniendo una cara de Paco, El Bajo, que no puede con ella.
Antes de acabar me gustaría homenajear a tantas mujeres de entonces, personificadas en la figura de Lucía, una libre pensadora, antes loca que sumisa, que a su manera enfrentaba al, por entonces, régimen misógino, homófobo y patriarcal.

Seguidamente al autor, Rafael Cabanillas Saldaña por su obra, su cercanía y su gran valía personal.
Cuarto Centenario es la editorial manchega que, como no puede ser de otra manera, nos trae Quercus.
http://www.cuartocentenario.es
Podéis disponer de su compra en El Corte Inglés, Casa del Libro, Fnac y librerías habituales, lo podéis pedir también a la propia editorial.
1 comment
Estoy deseando leerlo gracias me parece muy interesante